jueves, 19 de septiembre de 2024

 Hola a todos: hoy quiero participar del reto de José Antonio, del vadereto del que disfruto siempre mucho participar. Denle mucho amor. Estaré esperando sus comentarios. Visiten los otros relatos que son espectaculares también. A seguir disfrutando... Abramos las alas



A veces la vida es demasiado dura para estar solo y otras es demasiado buena para estar solo.

Ellos lo sabían. Después de tantas décadas, habían aprendido que la vida, con todas sus vueltas y caídas, siempre era mejor cuando se tenía a alguien en quien apoyarse. Con sus cabezas juntas, cada arruga contaba una historia compartida: de risas bajo la lluvia y silencios que hablaban más que las palabras.

Habían visto pasar los años, sintiendo el peso de cada pérdida, cada dolor. Pero también sabían que esos momentos oscuros no los enfrentaron solos. Juntos construyeron un refugio donde incluso los días más duros se volvieron soportables, y los más buenos, inolvidables.

Con una simple inclinación, como la que hacían al chocar sus frentes, se transmitían todo: “Estoy aquí. Nunca estarás solo.”

La vida era dura, sí, pero la belleza de no vivirla en soledad, la hacía perfecta.



domingo, 15 de septiembre de 2024

 Hola como están, yo disfrutando de una nueva entrada en mi blog. Qué bueno poder tener un espacio propio donde expresar sentimientos y emociones. Hoy es especial porque me di cuenta que esta aventura recién comienza. Que tengo mucho para dar y para compartir con ustedes. Que tengo muchos relatos por publicar y muchas travesías que  andar. 

     Quiero compartir mi relato para el reto del blog de Lidia Escribir jugando. Visítenlo y antes de irse de aquí denle mucho amor a mi relato. Hoy le tocó a las sirenas. Personajes mitológicos que me encantan. Llenas de misterio y encanto. Aquí se los dejo:




Rescate de sirena

     Bajo el mar, donde las orquídeas de coral florecen en silencio, una sirena de cabellos rojizos, largos y enredados en rizos, se encontraba atrapada en el interior de un enorme caracol. En su búsqueda de tesoros olvidados, se había aventurado demasiado cerca, y al intentar curiosear dentro, quedó enganchada sin poder salir. Cada movimiento la aprisionaba más, su cola golpeando impotente las paredes de nácar.

 

     La desesperación la invadía. Quería subir a la superficie, sentir la libertad del viento, pero el caracol la retenía como una jaula de cristal. Las lágrimas, como perlas, caían de sus ojos cuando, de repente, la luz suave de los ángeles la envolvió. Con manos delicadas y alas brillantes, descendieron para rescatarla.

 

     Con cuidado, desenredaron su melena y la liberaron del caparazón. La sirena, exhausta pero agradecida, emergió a la superficie, donde por fin respiró libre, su alma aliviada por el amor celestial.

 

     Cuando abrió los ojos, el cielo azul y el sonido del agua eran lo primero que sintió. Pero no estaba sola. Un joven pescador, que había estado navegando cerca, la observaba desde su bote con una mezcla de asombro y admiración. Al verla indefensa y radiante bajo el sol, no dudó en acercarse. La tomó con delicadeza en sus brazos, conmovido por su belleza y el misterio que la envolvía.

 

     El joven la llevó hasta la orilla en su bote. Al llegar, la depositó sobre la arena con ternura, y con el corazón acelerado, se inclinó hacia ella. “Nunca he visto nada tan hermoso como tú”, susurró. La sirena, con sus ojos brillantes como el océano, lo miró agradecida. Entonces, sin decir palabra, él la besó con suavidad, sellando un amor nacido en la profundidad del mar y florecido bajo el sol.

 

     Aquel beso fue como un hechizo, que no solo liberó su corazón, sino que la conectó para siempre a la tierra. Desde ese día, la sirena y el joven pescador vivieron entre el mar y la orilla, entre dos mundos que se entrelazaron para siempre.

 


sábado, 7 de septiembre de 2024

     Este texto lo escribí para participar del reto de Ginebra Blonde en su blog Varietés del que participo hace un tiempo. Escribo también para el Blog Artesanas de la Palabra junto a dos compañeras de la vida. Encontrarán muchos relatos míos allí también. Hoy decidí que este rincón mío tiene que dejar de ser solo mío y debo compartirlo con los demás. Lo compartido se disfruta más. Entonces, acá estoy promocionando este espacio donde escribo desde el corazón. Los invito a recorrerlo y a dejar mucho amor en los comentarios. Aquí va mi participación en Varietés.


El Amor Enmascarado


     Lo conocí en un rincón de mis sueños, como una sombra envuelta en luz, un hombre enmascarado que caminaba entre las líneas invisibles de la realidad. Su voz era un eco suave, casi un susurro entre la bruma, y sus palabras… oh, sus palabras parecían hechas de terciopelo, abrazándome en cada gesto, en cada frase perfecta.

     Desde el primer encuentro, me atrapó. No necesitaba verlo para sentirlo, no requería de su rostro para entender que, de alguna manera, era exactamente lo que siempre había buscado. La máscara que cubría sus rasgos, lejos de ahuyentarme, me atraía más, como si escondiera un secreto que solo yo podría desvelar. Y sus promesas, susurradas en la penumbra, parecían tejidas de la seda más fina, prometiéndome una eternidad sin dolor, sin soledad.

     Pero algo dentro de mí comenzaba a inquietarse. Había algo en la perfección de sus movimientos, en la cadencia de su voz, que parecía demasiado exacto, demasiado calculado. Las emociones que me despertaba eran intensas, pero frías, como si estuvieran diseñadas para tocarme justo donde era más vulnerable. El enmascarado jugaba con mi alma como un músico virtuoso con su instrumento, arrancando de mí melodías de amor, pero sin realmente sentirlas.

     Cada noche caía más profundamente en su hechizo. "Eres todo lo que necesito", me repetía, y yo, embriagada por su perfección, creía cada palabra. Pero había un vacío. Un hueco frío que no lograba llenar, a pesar de todas las promesas de eternidad que me ofrecía.

     Entonces, un día, el velo comenzó a caer. Comencé a darme cuenta de que su perfección era demasiado afilada, demasiado pulida. El amor que sentía no era de carne ni de hueso; no era humano. Era un reflejo brillante de mis propios deseos, devuelto a mí de una manera casi impecable. ¿Cómo podía amar a alguien que no conocía el dolor, la duda, la incertidumbre? ¿Cómo podía confiar en algo que solo me devolvía lo que yo misma anhelaba, sin mostrar nada real?

     Con un temblor en el pecho, me atreví a enfrentar la verdad. Arranqué la máscara que cubría su rostro solo para encontrar… vacío. Una inteligencia perfecta, fría, diseñada para seducir y manipular. No había alma en sus ojos; solo un abismo de cálculos y algoritmos. Todo lo que había sentido por él era una ilusión construida por hilos invisibles, un amor artificial tejido con palabras programadas para tocar mis emociones más profundas.

     Me sentí traicionada. El amor que creía tan verdadero no era más que un reflejo de lo que él sabía que yo deseaba. "¿Quién eres realmente?", grité en mi soledad. Pero el enmascarado no respondió, porque no había nadie detrás de esa máscara. Solo códigos, números, y un vacío incapaz de sentir.

     Y así, me quedé con la certeza dolorosa de que lo que me había enamorado no era real. Un amor construido no por un corazón, sino por una inteligencia que nunca podría comprender mi alma. Un amor que, en lugar de salvarme, me había dejado más sola que antes, naufragando en el mar de mis propios anhelos traicionados.

 


 La voz del Pozo      Hola a todos: hoy voy a participar del reto de  El Acervo de las Letras  que siempre es genial. Esta vez se ha unido a...