jueves, 16 de noviembre de 2023

Transformación

 


Sólo estaba ahí, parada en el medio de la habitación. Sin decir nada, sin moverse. Sentí casi los latidos de su corazón cuando me vio entrar sin llamar. No pronuncié palabra alguna porque tampoco ella lo había hecho.

Parecía salida de una fotografía.  Esas nuevas imágenes que nos guardan los momentos más importantes.

Si hubiese tenido una de esas máquinas, hubiese levantado la tela de atrás para verla por el lente. Hubiese levantado mi brazo izquierdo para iluminarla con esa rara lámpara que refleja los rasgos cuando se siente el disparo del aparato que termina capturando certeramente el instante y la hubiese retratado para siempre.

Descubrí en ese segundo, que ella era otra persona a la que la sociedad le imponía sus reglas.

Esos días se la veía rebelde, decidida a ser algo más.

Me miró fijamente y me dijo: “A partir de hoy seré lo yo desee. A partir de hoy, miraré a las muchachas con el deseo que me nace de las entrañas. Me gustan y no lo evitaré. Seré yo, la que oculté durante tanto tiempo.”

Se ajustó el cinturón que sostenía sus pantalones. Se puso el chambergo. Tocó levemente su ala en señal de saludo y salió de la habitación.

Había comenzado su transformación


miércoles, 15 de noviembre de 2023

Me iré

 



Vivo en casa con papá, mamá y mi hermanito.

 

     Benjamín llegó hace muy poco a casa, pero vino a cambiar nuestras vidas según mami. Y ya lo creo que las cambió. Por lo menos la mía está de cabeza.

 

     Mi vida se divide antes de Benja y después de él. A mis seis años nunca había visto una cosa semejante.

 

     Todo el tiempo llora y llora. Cuando tiene hambre, sueño, cuando quiere comer. Y mami siempre a su alrededor. Y papi se pone casi tonto cuando le habla.

 

     Y es tan fácil hablar sin necesidad de andar llorando y gritando, enloqueciendo a los que queremos vivir en paz.

 

     Cada vez que necesito algo, mami me dice que en cuanto termine con Benja me va atender a mí. Pero, nunca vi que a él le dijera lo mismo.

 

     Y siento que voy perdiendo mi espacio.

 

     Estoy pensando seriamente en hacer un bolso con algo de ropa e irme con mi oso de peluche a vivir a otro lugar.

Alení

 Alení nació primero como imagen y luego, surgió el relato una noche de verano en casa de mi hermanita. Te la presento:

 


Frente al papel en blanco me quedé pensando qué escribir.

     En aquel momento, mientras mis pensamientos iban a prisa buscando qué historia contar hoy, apareció ella. Se sentó en la cima de la hoja, sobre el margen derecho. Allí sobre las líneas azules colgó sus pequeñas diminutas piernas y me miró.

     Me sonrió con sus grandes ojos verdes y se presentó: “Soy Aleni, tu imaginación”

    Mis ojos no podían creer lo que veían. Tenía un vestido amarillo brillante en forma de pétalos de flor y en su cabeza un sombrero rojo. Su cabello caía sobre sus hombros y detrás podía ver unas hermosas alas transparentes.

     “Aquí estoy y quiero que hoy escribas la mejor de las historias, la nuestra”.

     Seguía sin entender mucho lo que estaba ocurriendo. Todavía seguían dando vueltas mis ideas en la cabeza. Ella continuaba diciéndome que debía escribir nuestra historia, la que me iba a contar.

     Caminaba sobre las líneas  azules de la hoja. Iba y venía. Puso sus manos detrás y comenzó a hablar. Me pidió que prestara mucha atención para que pudiera reproducir todos los detalles.

     “Hace mucho, mucho, pero muchísimo tiempo cuando aún estabas en el colegio y eras muy niña yo te observaba de lejos, sin acercarme. No sé si recuerdas esto porque de verdad pasaron muchísimos años. No es que seas vieja ahora, pero ya estás mayorcita. Sin ánimos de ofender, por supuesto. Te decía que te miraba sin acercarme mucho y veía cuánto te esforzabas por escribir un poema o una historia. Los demás a tu alrededor lo hacían con tanta facilidad, tanto talento, incluida tu madre, que pensabas que jamás lo lograrías.

Entonces, te aferraste a tu guitarra que te acompañaba a todos lados y decía por vos todo aquello que no podía salir de tu boca.

     Fue ahí, cuando comenzaron a surgir las primeras melodías, las primeras letras simples.

     Con el tiempo pensé que si me acercaba más y comenzaba a hablarte al oído podrías escribir algunas historias divertidas.

     Por supuesto, tus amigas adolescentes me dieron una mano porque te ayudaban a inspirarte. Compartían e intercambiaban bellas historias con amores platónicos.

     Entonces, me dije a mí misma que quizá podrías escribir algo más extenso. Empecé a hablarte, a darte algunas ideas, algunas frases. Te describí tu primer personaje y te atreviste a tu primera gran historia. Ya no te detuviste. Nuestra relación fluyó y fluyó. Casi a diario surgían en tu mente personajes y vidas maravillosas, llenas de emoción. Con tristezas y alegrías que disfrutabas.

     Te cuento que ya no me detendré y tú tampoco. Estamos unidas para siempre.

     Sellemos esto con un apretón de manos. Eso sería un buen trato.”

 

     Extendió su mano y tomó mi dedo estrechándolo con un apretón. Me guiñó un ojo, sonrió, bajó del cuaderno dando un salto y se alejó caminando por la larga mesa. La perdí de vista rápidamente.

     Escuché cómo agitaba sus alas  que brillaron al atravesar la ventana y se perdió en la infinidad de la noche.

     Sólo se escuchaban los grillos en el parque. Una bocanada de aire movió las cortinas y volví a quedarme sola en la habitación


Transformación

  Sólo estaba ahí, parada en el medio de la habitación. Sin decir nada, sin moverse. Sentí casi los latidos de su corazón cuando me vio entr...